EL TRATADO DE RIGA DEL 18 DE MARZO DE 1921

I - UNA PAZ AMARGA.

“Recuerdo el día en que se concluyó la Paz de Riga. Pasé ese día en Cracovia. La ciudad estaba loca de alegría: desfiles, mítines, discursos. Y he aquí que una chica, una estudiante de la Universidad Jagellónica, se metió en la tribuna - ¡Tontos! ¿De qué están felices? ¿Es porque vendieron la mitad de mi Bielorrusia natal a los moscovitas? La multitud se balanceaba inquieta: ¿De qué está hablando? ¡Está loca!

Grażyna Lipińska, “Jeśli zapomnę o nich...”, Paris 1988.

"Las noticias eran horrorosas. Me informaron sobre el exterminio planeado del elemento polaco y de los bielorrusos con conciencia nacional en la Unión Soviética. (...) Hermano, la vieja vida ya no existe. Talaron los perales del campo, araron los linderos, quemaron las cruces y los santuarios al borde de los caminos y eliminaron las festividades litúrgicas anuales. (...) Cientos de miles de nuestros hermanos fueron dispersados por regiones extrañas y salvajes, condenándolos a su exterminio. Hermano, ¿quién sopesará su daño? ¿Quién medirá su dolor?"

Florian Czarnyszewicz, epilog powieści Wicik Żywica, Buenos Aires 1953.


 

 



 

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